lunes, 8 de abril de 2013 0 comentarios

Ciclista y conductor.

Como ciclista reconozco que todos los ciclistas somos iguales. Circulamos en grupo sin respetar las normas y también vamos por las aceras asustando peatones, además no pagamos impuestos (bueno a no ser que tengamos propiedades, trabajo, pensión o incluso coche) y, por supuesto, no conocemos las normas de circulación. Es verdad, reconozcámoslo, podemos verlo a menudo en las noticias.


 Por otra parte, como conductor he de decir que no respetamos los límites de velocidad, no sabemos circular en las rotondas, hablamos por el móvil, no respetamos las distancias de seguridad, aparcamos en los arcenes, y por supuesto conducimos siempre borrachos y drogados. Esto también es muy cierto, se ve todos los días en los medios de comunicación.


 Cómo usuario de los dos medios de transporte, he de decir que cuando voy en bicicleta me doy cuenta de lo mal que me puede salir si, por naturaleza,  me dejo llevar por el cabrón innato que es el ciclista. Pero cuándo voy en coche puedo comportarme como el hijoputa que soy, porque el que se va a joder es ese chulo que va montado en una bici, ese que hoy se ha levantado con ganas de joderme el día.
 A veces pienso que sólo soy un hijo de puta, pero la verdad es que sólo soy humano, y si me dan un arma, ¿por qué no usarla para disparar?

 Pues bien, como ser humano y conductor hijoputa que soy,  circulando en mi coche, no dejan de acudir a mí las ganas de accionar esos gatillos que son los pedales y el volante para darles un susto  a los imbéciles de las bicicletas, a ver si espabilan.

 Por supuesto, como ser humano, también soy gilipollas, así que no me pierdo ni tour ni giro, y en la vuelta salgo con mis hijos  y mis nietos a ver cómo pasan los ciclistas por las calles y animarlos, y como gilipollas que soy, pienso: Estos sí que son buenos ciclistas, de los que no estorban.


 Como ya ha quedado claro, soy el ciclista cabrón o el conductor hijoputa o el ser humano gilipollas. Eso sí, de lo que no hay duda, es de que soy el imbécil que se queda en blanco cuando, conduciendo, oigo desde el asiento de atrás un niño que me dice: ¡Mira!, ¿es Contador?  En ese momento la sangre vuelve a fluir a mi cerebro de cabrón, hijoputa, gilipollas e imbécil y pienso: No, pero podría ser cualquiera. Entonces descubro que el de la bicicleta y yo somos personas. A lo mejor debería ser un poco menos imbécil para que el hijoputa que soy,  se lo tome con calma y darle unos segundos al ciclista que llevo delante, que vale, es un cabrón, pero a lo peor es mi hijo, mi nieto, mi compañero de trabajo, mi primo, el colega del bar,  mi novia o mi novio, ése que te deja pasar en la cola del súper, Contador o...¡¡Hasta podría ser  yo!! .

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