La bicicleta no
hace colas, no tiene problemas de aparcamiento. El ciclista avanza
satisfecho y solemne con sus actos, no se siente fuera de lugar en el
asfalto, señaliza cada maniobra y mira a los ojos de peatones y
conductores para prever cual será su próxima acción. Con una
sonrisa y el pantalón subido en su pierna derecha espera en primera
linea de la cola a que el semáforo se ponga verde.
Así imagino al perfecto ciclista urbano. Cada día un poco más cerca de un cambio de modelo social donde las ciudades dejan de ser lugares para los coches y se convierten en lugares para las personas. Mientras toca animar a los ciudadanos a que saquen su bicicleta del trastero, que tengan un lugar donde practicar y que los conductores entiendan que la carretera no es sólo para ellos.
Imagino Pontevedra como un pequeña Amsterdam, con vías exclusivas para bicicletas en distancias medias y un núcleo urbano amigable compartido con vehículos a motor y peatones. Con rutas de ocio señalizadas y acondicionas para llegar hasta las playas de Marin y Lourido, con la conexión con sin interrupciones desde las Corbaceiras hasta la senda de Lérez, con carriles bici en las cuestas pronunciadas para que los coches no te coman y que ningún ciclista tenga que atar su bicicleta a una señal de tráfico por falta de aros.
La bicicleta urbana
es un cambio de modelo económico donde el coche no es el centro y
espero que, poco a poco, la bicicleta sea un símbolo de la ciudad,
que signifique más calidad de vida y que sea fuente de igualdad
social y movilidad para todos. La masa critica va enfocada a los
ciudadanos, intenta hacer visibles a los ciclistas, y comunica que la
bicicleta es buena y divertida.
No Response to "Un deseo para el futuro."
Publicar un comentario